sábado, 24 de marzo de 2012

Capítulo 3.

                                                                                                                                    Abril del 2011



Dicen que cuando algo acaba, es para dejar paso a un nuevo comienzo. Una nueva historia. Y por eso no me sentí mal por dejar el orfanato St. David's, cuyas paredes maltrechas habían sido testigos de mi desgracia, de como con el paso de los años, mis esperanzas de ser adoptado, se desvanecían. Fue duro pensar que nadie me quería, pero por suerte, comprendí que aquello era sólo una oportunidad que me brindaba la vida, y por una vez que la suerte se ponía de mi lado, no la iba a rechazar.
Gracias a la cantidad de familias que negaron acercarse a mí, gracias a aquellas casas que acabaron devolviéndome, podía salir ahora y buscar a mis padres. Sería tarea difícil, pues los únicos recuerdos que tenía y podían acercarme a su paradero, eran un collar que me dio mi madre cuando me abandonó a las puertas del orfanato, y una vieja foto de mi padre que cogí aquella noche, hace cuatro años, cuando me colé en el despacho del señor Smith, para rebuscar algo en mi expediente que me llevara a conocerme un poco más. En realidad, vivir en el St. David's no había sido tan malo; sí, no tenía amigos, ningún chico quería acercarse a mí, ninguna familia me quería adoptar, pero había allí tres grandes personas, que no olvidaría nunca. Se trataba de la señora Popper, la cocinera, una mujer regordeta de pelo cano, con unas gafas redondas y negras que cubrían aquellos mágicos ojos verdes, tan fascinantes. En especial, ella me había mimado muchísimo, era para mí lo que no fue Sarah, mi madre. También entraba en esas tres personas Harry, el conserje, un viudo e inteligente hombre, tan culto como cualquier catedrático. Amaba la literatura, el arte en sí. Él se había encargado de darme tantos libros como estrellas en el cielo, de enseñarme la historia de cantidad de cuadros. Gracias a él, había aprendido a dibujar. Y, por último, el propio señor Smith. Doug Smith. Era un hombre fascinante... si tratase de describirlo, me quedaría corto. Me cuidaba como un padre, me aconsejaba como un amigo, me mimaba como un abuelo... Y, sombre todo, me había enseñado a tocar la guitarra. Mi amada guitarra. Según sus palabras, había visto el talento natural que él no tenía.
Terminé de recoger mis cosas mirando por la ventana. El sol brillaba con fuerza, el cielo tenía un aspecto alucinante, no había demasiadas nubes... era un día perfecto para comenzar mi nueva vida. Salí de la habitación entusiasmado, recorriendo por última vez, aquel pasillo de gigantes-cas ventanas. Una oleada de recuerdos inundó todo mi ser, humedeciendo mis ojos. Pestañeé un par de veces para contener las lágrimas, con bastante éxito, cabe decir. Cuando por fin llegué al patio que daba paso a las puertas principales del St. David's, algo oprimió mi pecho, dejándome sin respiración. Nunca me habían gustado las despedidas, y ellos lo sabían, mas aquellas tres personas que habían sido mi familia, se encontraban allí, esperándome. Dos gotas saladas recorrieron mi mejilla. Esta vez no había podido evitarlas. Corrí hacia ellos hasta quedarme a escasos metros, mirándolos a todos, de arriba a abajo, sin saber muy bien que decir. La cocinera fue la primera en adelantarse y abrazarme, tan fuerte que empezaba a asfixiarme, pero no me importaba, así que le devolví el abrazo, hasta levantarla en alto y dar un par de vueltas sobre mí mismo. La dejé en el suelo sonriente, viendo como a ella se le escaban las lágrimas sin poder contenerse.
-Te quiero, James. Nunca lo olvides.
-Jamás.-La volví a abrazar, pero esta vez, tan sólo duró escasos segundos. Luego se acercó Harry, colocó sus manos sobre mis hombros, y sonrió, satisfecho.
-Me duele dejarte, chico, pero estoy muy orgulloso de ti. Eres ya todo un hombre.
-Gracias a ti-gimoteé.
-Mucha suerte, James. Te quiero-dijo mientras me estrechaba con fuerza entre sus brazos. Me separé de él al ver a Doug al otro lado, mirándome, con ojos llorosos y una gran sonrisa dibujada. Corrí y me avalancé sobre él, con una profunda tristeza. Me dolía tanto dejarle...
-Siempre supe que llegaría este día, y nunca he conseguido prepararme del todo. Pero sé que estarás bien, James. Conseguirás todo lo que te propongas, de eso estoy seguro. Por favor, no te entusiasmes mucho con la idea de buscar a Louise y a Sarah, piensa que va a ser muy difícil y muy duro encontrarles. Además... ¿quién sabe si querrán conocerte? No pretendo frustrar tus sueños, James, pero no me gustaría verte sufrir más.
-Doug, lo sé. Es sólo que... lo necesito. Necesito saber porqué me dejaron, necesito verles. O, al menos, que me digan que no quieren saber nada de mí. Te prometo que entonces me daré por vencido y me buscaré la vida. Pero no puedo quedarme con las dudas, Doug. No puedo...
Me secó las lágrimos y me abrazó de nuevo, susurrándome un “cuídate” al oído. Estaba dispuesto a marcharme por fin, para comenzar mi nueva vida, cuando la señora Popper me llamó.
-James, ¡espera!
-¿Sí?
-Bueno, hemos estado ahorrando un poco, y hemos conseguido esto... para ti.-Extendió una funda negra que por la forma, supe lo que contenía. Sin embargo, la abrí deprisa, incrédulo, descubriendo en su interior una guitarra nueva, reluciente. Acaricié las cuerdas con suavidad. Les di las gracias a todos de nuevo, otra vez abrazándolos, con más lágrimas derramadas, me colgué la guitarra a la espalda, y me fui.


                                                                                                                                 Julio del 2011


Siempre creí que vivir en el orfanato St. David's, era difícil, pero no conocí el significado de esa palabra realmente, hasta que no me marché de allí. Gracias a Dios, el mal tiempo se había ido, y las calles no estaban ya cubiertas de un frío manto blanco por las noches, pero nunca antes había tenido que buscar un sitio para dormir, nunca había pasado tanta hambre, nunca me había sentido tan mal.
Jamás me había imaginado tocando la guitarra y cantando delante de alguien que no fuera Doug, pero tenía que ganarme la vida de alguna forma, y eso era lo único que sabía hacer, así que todas las tardes, me iba a la Plaza Ferck armado con mi guitarra, y le daba rienda suelta a mis emociones, transmitiéndolas a través de la música, mi querida música. Esta vez no era distinta, me encontraba sentado en los escalones del ayuntamiento, con la guitarra entre mis brazos, y la funda abierta con algunas monedas de tan poco valor. Había una atmósfera húmeda, las nubes amenazaban grises e imponentes en el cielo. Pronto descargarían sus lágrimas, y toda la gente que podía darme un poco de limosna, se iría. Respiré profundamente, antes de empezar a tocar los primeros acordes de una canción que había escrito de pequeño, para Sarah.


-I hope you...
 I long for you.
 I seek you
but I don't  find
I miss you
I want to wait...
But I can't stand the tears
And I wish
a hug,
a kis.
On this cold night
I watch the stars
but I don't see...
You...
I may be blinded
I may be stupid
I may be tired
But I never stop fighting.
On this cold night
I feel lost.
I'm single
And I always lock de doors.
I wish shine
But I haven't light  of its own.
Light my way,
Help me to continue...


Una niña que se comía una galleta se quedó mirándome fijamente, hasta el punto que llegó a intimidarme. Cuando acabé la canción, se acercó muy despacio hasta mí, me besó la mejilla, y dejó un billete en la funda de mi guitarra. Se alejó corriendo hasta un señor que la esperaba en el banco, donde ella cobró algunas monedas. Aquella escena fue un tanto extraña, pero alargué el brazo para ver que clase de billete era. Los ojos se me abrieron como platos, mientras mi corazón latía rápidamente. Era demasiado dinero, me hubiera ayudado mucho, pero algo dentro de mí me decía que no podía aceptar tal cantidad de dolares. Enfundé mi guitarra y, con el billete en la mano, corrí hacia el banco donde aquel hombre miraba la lluvia, que había empezado a caer despacio, sumisa.
-Eh, señor. ¿Es este billete suyo?
-Sí.
-Tome, no puedo aceptarlo.-Le extendí el dinero, miró mi mano, y luego otra vez a mí.
-¿Por qué? Estás ahí para conseguir dinero, ¿verdad? Yo he querido darte eso. Seguro que lo necesitas más que yo.
-Pero...pero es demasiado.
-Toma. Te espero mañana en esa dirección. No faltes.
 Se levantó y se fue sin más, después de haberme entregado un trozo de papel blanco con el nombre de un bar y su localización. 












2 comentarios:

  1. Esta genial, pero todavía sigo sin saber quien es quien xD
    Pero bueno, ya iré enterándome cuando siga leyendo mas de esta increíble historia.
    Un beso y espero ver pronto otro capitulo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias :D Pásate por la parte de personajes, a ver si así te vas orientando un poco jajajajja xD

      Eliminar